La industria, la gran ausente del Plan Estratégico de Gobierno 2015 – 2019
Juan Jované (Catedrático y economista)
Un hecho notable del Plan Estratégico de Gobierno 2015-2019 es el tratamiento que el mismo le da al sector industrial. Sobre todo llama la atención que a este sector, pese a ser clasificado en el esquema de la página 42 como uno con capacidad de elevar la productividad, así como de generar empleo de manera significativa, no se le asigna ninguna prioridad en la estrategia de desarrollo económico y social. Esto, si se tiene en cuenta que entre el 2000 y el 2014 la participación de la industria manufacturera en el producto interno bruto (PIB) se redujo del 9.6 % al 4.8 %, evidencia el hecho que para la actual administración de gobierno esta importante rama de la actividad económica parece carecer de toda relevancia, estando, entonces, destinada a seguir en su proceso de desvanecimiento. Se trata de un grave error, el cual se encuentra entre las principales carencias de la actual política económica.
La aplicación a rajatabla de la doctrina de las ventajas comparativas, la que obviamente está en la base de las políticas de la actual administración gubernamental, solo es capaz de asegurar, bajo los supuestos muy restrictivos de la existencia de la competencia perfecta, una eficiencia estática.
Un principio ampliamente difundido entre los analistas del desarrollo es que la expansión del sector industrial constituye, por el conjunto de procesos que pone en marcha, uno de los elementos indispensables del desarrollo económico y social. Esta idea se basa, entre otras cosas, en que, tal como lo han afirmado recientemente Joseph Stiglitz y Bruce Greenwald, las economías que más logran desarrollarse son aquellas en las que se genera un más rápido aprendizaje. Este permite asimilar las formas más eficientes y sostenibles de producción, es decir, avanzar hacia la frontera de producción, así como innovar en nuevas formas productivas que desplacen hacia arriba dicha frontera. Un elemento clave está, entonces, en que la industria constituye un sector fundamental en la generación de formas de aprendizaje que facilitan la difusión del progreso científico - tecnológico.
Es de destacar que esto apunta tanto a las posibilidades de la innovación inicial, como a los procesos que se conocen como derrame o efecto colateral (spillover). Estos últimos se refieren a la posibilidad de que las innovaciones y aprendizajes que se generan en una industria o una rama industrial tienen la posibilidad, no solo de elevar la productividad en las mismas, sino de hacerlo en toda una serie de otras empresas de la misma rama o de otras ramas, así como en otros sectores. Así mismo, el desarrollo de una fuerza de trabajo con habilidades industriales, pese a desarrollarse en una empresa o rama especifica, tiene la capacidad de facilitar el desarrollo industrial de otras ramas. Se trata, en gran medida, de lo que se conoce como externalidades positivas, efectos gratuitos, si se les quiere llamar de alguna forma, que pueden potenciar el desarrollo y el uso sostenible de los recursos.
Dicho lo anterior se tiene que destacar que, tal como lo ha argumentado Ha-Joon Chang claramente en su obra “Bad Samaritans: The Myth of Free Trade”, desde que los Tudor en Inglaterra empezaron a apoyar el desarrollo de las manufacturas de lanas, el desarrollo de la industria manufacturera ha tenido que ver con la intervención deliberada del Estado para lograr tal fin. Las razones económicas de esto son claras.
La aplicación a rajatabla de la doctrina de las ventajas comparativas, la que obviamente está en la base de las políticas de la actual administración gubernamental, solo es capaz de asegurar, bajo los supuestos muy restrictivos de la existencia de la competencia perfecta, una eficiencia estática. Esto significa que olvida, en primer lugar, que proteger a una industria durante una primera fase, lo que hace posible gracias al aprendizaje elevar su eficiencia en el tiempo, lleva a una mayor eficiencia dinámica, que se expresa en más producción, empleo y bienestar.
Además, no pocas veces el aprendizaje e innovación que se genera en esta empresa o rama, termina por elevar la productividad en otras ramas, dando lugar así a una todavía mayor eficiencia dinámica. Más aún, la moderna teoría del comercio exterior ha llamado la atención sobre el hecho de que el mismo no se desenvuelve en condiciones de competencia perfecta. Esto significa que la presencia de economías de escala y de competencia monopolista, validan la importancia de políticas de industrialización, así como el desarrollo de los procesos de integración basados en la complementariedad y solidaridad.
A final de cuentas, la inexistencia de un esbozo de política industrial en el Plan Estratégico de Gobierno 20015-2019 no solo muestra la incapacidad profesional de quienes la elaboraron, también llama la atención sobre el carácter antinacional de las ideas que sirven de base a la actual política económica oficial.