“Con las inversiones adecuadas, el hambre cero es posible”, asegura el Director General de la FAO en la Conferencia de Addis Abeba
El Director General de la FAO, José Graziano da Silva interviene en el plenario de la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo que se celebra en Addis Abeba, Etiopía
16 de julio de 2015, Roma –Tras destacar la oportunidad histórica de convertirnos en la "generación del Hambre Cero", el Director General de la FAO, José Graziano Da Silva pidió hoy inversiones adicionales en protección social y desarrollo rural al intervenir en la Tercera Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo en Addis Abeba, Etiopía. El Acuerdo sobre la Financiación para el Desarrollo que se espera salga de la reunión en Addis Abeba servirá como hoja de ruta para futuras inversiones en el desarrollo que estén centradas en las personas, sean sostenibles y se conviertan en un pilar fundamental de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS). "A través de los ODS y el Acuerdo, el mundo ha declarado: "nuestro objetivo es acabar con la pobreza y el hambre", aseguró Graziano da Silva ante los líderes mundiales y representantes de la sociedad civil y del sector privado reunidos para la sesión plenaria de la conferencia. Para lograrlo, es necesario incrementar de forma significativa las inversiones, tanto en protección social como desarrollo rural, para garantizar que todas las personas tengan un acceso adecuado a los alimentos durante todo el año, y poder mejorar la productividad, los ingresos y el sustento de los pobres, según indicó. "El fortalecimiento de la protección social –explicó- es crucial para avanzar rápidamente hacia el fin del hambre y para llegar a las familias más vulnerables". Debido a que más del 70 por ciento de los pobres del mundo viven en el campo, se debe dar prioridad a la protección social en las zonas rurales, que por lo general escapan a la atención de los sistemas tradicionales de seguridad social. Las inversiones en desarrollo deben también centrarse en la adaptación al cambio climático y el apoyo a sistemas alimentarios sostenible e inclusivos, subrayó el Director General de la FAO. Invertir para salir de la pobreza
Las afirmaciones de Graziano da Silva siguen la publicación de un informe elaborado por la FAO, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) que detalla las inversiones necesarias para erradicar el hambre en el mundo para 2030, un objetivo clave de los ODS que serán adoptados en septiembre. Está comúnmente aceptado que la eliminación del hambre es un requisito esencial para el logro de otros objetivos de desarrollo relacionados con la salud, la educación y la productividad. Para lograr erradicar el hambre en 2030, los organismos de las Naciones Unidas que se ocupan de la alimentación estiman que se necesitan unos 267 000 millones de dólares EEUU anuales adicionales de media para invertir en las zonas rurales y urbanas, así como en medidas de protección social que proporcionen a los pobres acceso a los alimentos y los medios para mejorar sus propios medios de subsistencia. Esto equivale a un promedio de 160 dólares por año por persona en situación de pobreza extrema. Graziano da Silva subrayó que esto supone tan sólo una mínima parte de los costos que la malnutrición impone actualmente en las economías, las sociedades y las personas. A pesar de contar con un acceso limitado al crédito y los seguros en muchos países en desarrollo, los campesinos de todo el mundo son los principales inversores en la agricultura y las zonas rurales. Pero la inversión privada por sí solo ha demostrado ser insuficiente para interrumpir el arraigado ciclo de la pobreza rural y se necesitan inversiones adicionales del sector público para mejorar la infraestructura rural, el transporte, la salud y la educación y poder aprovechar todo el potencial de las comunidades agrícolas. Las transferencias de efectivo, a su vez, permitirán que las familias pobres tengan dietas más variadas y saludables, dice el informe, combatiendo así tanto el hambre extrema como la denominada "hambre oculta", resultado de la insuficiencia de vitaminas, hierro y otros minerales. El estudio sostiene que, al incrementar las inversiones en medidas de protección social, aumentarán la productividad y los ingresos de las personas, lo que permite a ahorrar e invertir. Así se pone en marcha un ciclo virtuoso que permite salir de la pobreza a las familias con menos recursos. "Sabemos lo que se necesita. Sabemos lo que cuesta. Podemos ser la generación del hambre cero, allanando el camino hacia un futuro sostenible e inclusivo que no deje a nadie atrás", concluyó Graziano da Silva.